sábado, 6 de febrero de 2010

El curador y su voz


Mucho se habla del impacto positivo que tiene el arte en nuestras vidas, desde lo conceptual hasta lo visual, este nos produce sensaciones que aportan una forma diferente de ver el mundo, pero pocos reparamos en que este impacto, también es en parte provocado por la intervención del curador de arte.

El papel del curador (en el pasado no muy apreciado) es una pieza fundamental en este proceso de comunicar y recibir mensajes a través de la expresión artística.

Los curadores y los críticos son en estos tiempos, los artífices más influyentes de la interpretación, el análisis y exhibición de la producción plástica contemporánea.

La curadoría actual debe verse desde una perspectiva multidisciplinaria productora de sentidos (el curador debe ser negociador, diplomático, buen administrador, animador del escenario, entre otras cosas).

Una buena forma de comprender el alcance y las limitaciones de la curadoría, es tomando como referencia el modelo de Batín sobre la novela, que propone a través del estudio de la palabra en la novela de Dostoevski, que el narrador organiza la concurrencia de las otras voces, a parte de ser una voz más. Todos los personajes aparecen relacionados entre hablas (polifonía).

El narrador ya no está fuera de la obra relatando acontecimientos más o menos ajenos a él, sino que su presencia se manifiesta con voz propia, como si de otro personaje se tratara.

Si llevamos este modelo de Batín al plano de la exhibición artística, el curador toma el papel del narrador y desarrolla el núcleo conceptual de la obra. En la exposición de un cuerpo de trabajo se relacionan por igual las voces de los artistas y del curador, convirtiéndose este último, en autor a partir de las obras de los demás.

El ejercicio curatorial abarca, al menos, tres dimensiones que son fundamentales en cualquier programa artístico; la axiológica (producción del valor), la expositiva (puesta en escena) y la hermenéutica (interpretación de la obra).

Quien cura es un hacedor de lecturas, que incentiva la complicidad entre los artistas, las obras y sus destinatarios potenciales y que influye grandemente en el impacto que produce toda producción artística.

En un mundo donde la globalización hace de los espectadores entes cada vez más exigentes y habidos de ser permeados por la fuerza de las musas, el papel del curador es fundamental.

 
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