domingo, 28 de febrero de 2010

Una mirada lo cambia todo


Una amiga dominicana que vive en Broward me pide ayuda para montar el Festival Gastronómico Dominicano de la Florida. Le digo que si, que cuente conmigo.

Como agradecimiento, ella me sugiere para ser invitada a la Cámara de Comercio Domínico-Americana a leer mis poemas, en una actividad conmemorativa de la independencia dominicana. Con la ayuda de unos amigos elijo los poemas que leeré y asunto resuelto.

Hasta aquí todo bien, realmente no me pongo muy nerviosa cuando hablo en público, quizás porque estuve muy acostumbrada a hacerlo hace unos años cuando vivía en la isla, pero mientras se acercaba el día empecé a preguntarme: A quién carajo le va a interesar las cosas que escribo? Porqué alguien perdería su precioso tiempo escuchándome leer unos poemas que solo tienen sentido para mi?

Desde ahí empecé a poner nerviosa, decidí ir con cualquier ropa que no me importara mucho, por los tomatazos que quizás recibiría. Más aún, pensé en rezar un rosario para ver si la Virgen se apiadaba y hacía el milagro de taparle los oídos a los asistentes del evento, pero luego pensé que la Virgen debía estar muy ocupada con su hijo en Haití.

Nada, que llegado el día y sin poder decir que no iría, por vergüenza a herir susceptibilidades, leo varias veces los poemas y salgo para el lugar acordado. Me gusta llegar temprano a los sitios, no soy una buena dominicana en ese sentido, por lo que más de una hora antes salgo de casa.

Cuando llegamos a menos de 5 minutos del lugar (según el GPS), una multitud de policías rodea las calles. Mientras más trato de acercarme hacia donde me dirijo, más me desvían. Pregunto que sucede, una policía dominicana (obvio por el acento) me dice:
Mija, e que hay un maratón, hay mucho tapón por eso. Te va tené que parquiá lejo. Media hora después, mis nervios no responden, me tiro del carro computadora en mano y en pleno Down Town camino hacia donde no tengo idea, el frió camina a mi lado, me envuelve, la calle se ve mas grande y ancha de lo usual, está vacía, los carros no pueden llegar hasta donde estoy.

Un chino me indica que estoy cerca y entonces guiándome por sus dedos camino en esa dirección.
Llego por fín al salón de la Cámara de Comercio, saludo, me presento y me dicen que espere en una silla. Edad promedio de los primeros en llegar?
125 años mal contados.

Mis poemas se inquietan en la computadora, los tranquilizo chequeando que todo esté bien en pantalla. Empieza a llegar gente un poco más joven, respiro!
Luego de 3 charlas donde hablaban sobre el 27 de febrero, día de la independencia, me siento agonizando, pues me entero allí de que Duarte (el Padre de la Patria) fué el gestor del primer golpe de estado en la isla. Que país el mio!

Turbada con aquella información los poemas no tienen ganas de salir a compartir con nadie, pero ni modo, me presentan y tengo que leerlos.
Un público muy variado me recibe:
Un grupo salido del geriátrico, un ex presentador de tv de los 80's, un pintor y sus obras colgadas de las paredes, una doctora que participó en un comando en la revolución del 65, un señor cojo, unas cuantas personas cuyo oficio no pude determinar y mi hijo Javier.

Subo al podium, abro la computadora, se me traban algunas palabras y la misma computadora decide no funcionar bien, miro a Javi, el me observa. Una luz que sale de sus ojos verdosos, me indica que hay alguien interesado en escucharme, que hay un ser sobre la tierra que espera con ansias mis palabras.

Entonces los poemas fluyen, vuelan hacia el, le llegan al corazón y lo transforman en el de un niño orgulloso de su mami.
Me dijeron que aplaudieron mucho, que hasta me pidieron que leyera más, yo solo recuerdo el abrazo de mi hijo cuando me dijo: Mami, tu eres cool!
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